sexta-feira, 26 de outubro de 2007

EL HIJO QUE NUNCA TUVE

Naciste y en seguida te pusiste a llorar,
Tu pelo negro recordaba la noche,
Y los ojos tenían un cierto oscilar,
Como las velas al viento en un latigazo.

Que pequeñito eras, mi niño!,
En la incubadera te pusieron,
Y, yo, sintiendome el hombre más solo,
Me quedé toda la noche contigo.

Los días pasaron. regresaste al hogar
Y yo. contento, no me contuve,
Para finalmente poderte acariciar.

Monté una cuna que no existe,
Porque mi hijo ya no vive,
Es mi imaginación que todavía persiste.